Mendive. Revista de Educación, 21(2), e3054
Artículo de revisión
Retos de la gestión del proceso de profesionalización durante la formación de pregrado
Challenges of managing the professionalization process during undergraduate training
Desafios da gestão do processo de profissionalização na graduação
Elizabeth Darias Hernandez1 https://orcid.org/0000-0002-8752-8283
Taymi Breijo Worosz2 https://orcid.org/0000-0002-9424-3278
José Pedro López
Hernández1
https://orcid.org/0000-0002-5369-4224
1Universidad de Pinar del Río "Hermanos Saíz Montes de Oca", Departamento de Historia.
Pinar del Río. elizabeth.darias@upr.edu.cu , josep.lopez@upr.edu.cu
2Universidad de Pinar del Río "Hermanos Saíz Montes de Oca", Centro de Estudios en Ciencias
de la Educación Superior (CECES). Pinar del Río. taimi.breijo@upr.edu.cu
Darias Hernández, E., Breijo Worosz, T., & López Hernández, J. (2023). Retos de la gestión del proceso de profesionalización durante la formación de pregrado. Mendive. Revista de Educación, 21(2), e3054. Recuperado de https://mendive.upr.edu.cu/index.php/MendiveUPR/article/view/3054 |
Recibido: 03 de mayo 2022.
Aceptado: 19 de enero 2023.
RESUMEN
El proceso de profesionalización, sustentado en la formación y desarrollo de modos de actuación profesional desde la formación inicial o de pregrado, es considerado, en la actualidad, como un aspecto medular para garantizar el éxito de las habilidades de empleabilidad; pues, en el mundo laboral se hace cada vez más frecuente la concepción de que la productividad depende, en gran medida, de contar con una fuerza de trabajo que sea competente profesionalmente. Sin embargo, en la gestión que se hace desde el pregrado, con frecuencia se hiperboliza, en este proceso formativo, lo instructivo desde una didáctica tradicional, con predominio de un proceso docente-educativo que no potencia de forma suficiente la formación y desarrollo de modos de actuación profesional que doten al estudiante universitario de herramientas, que le permitan insertarse de forma creativa y socialmente responsable en el ámbito laboral. Constituye el objetivo principal de este trabajo: valorar los fundamentos pedagógicos y didácticos que deben caracterizar al proceso de profesionalización en los estudiantes durante el pregrado, y la necesidad de desarrollar una didáctica desarrolladora en este proceso. Se utilizó como método el dialéctico-materialista, devenido en plataforma metodológica en la que se erigió la investigación. Los resultados principales se centran en aportar fundamentos pedagógicos y didácticos que caracterizan este proceso de profesionalización y una didáctica desarrolladora durante la formación de pregrado. Así, el proceso de profesionalización en la etapa de formación inicial adquiere un significado esencial porque en ella se sientan las bases para el aprendizaje de la profesión como punto de partida del futuro desempeño.
Palabras clave: profesionalización; modos de actuación profesional; gestión; pregrado; problemas profesionales; didáctica desarrolladora.
ABSTRACT
The professionalization process, based on the training and development of ways of acting professionally from initial or undergraduate training, is currently considered a core aspect to guarantee the success of employability skills; Therefore, in the world of work, the conception that productivity depends, to a large extent, on having a work force that is professionally competent is becoming more frequent. However, in the management that is done from the undergraduate level, in this formative process, the instructive from a traditional didactics is frequently hyperbolized, with a predominance of a teaching-educational process that does not sufficiently promote the formation and development of ways of professional action that provide the university student with tools that allow them to insert themselves in a creative and socially responsible way in the workplace. It constitutes the main objective of this work: to assess the pedagogical and didactic foundations that should characterize the process of professionalization in students during undergraduate, and the need to develop a developer didactics in this process. The dialectical-materialist method was used, becoming the methodological platform on which the investigation was erected. The main results are focused on providing pedagogical and didactic foundations that characterize this process of professionalization and a developer didactics during undergraduate training. Thus, the professionalization process in the initial training stage acquires an essential meaning because it lays the foundations for learning the profession as a starting point for future performance.
Keywords: professionalization; modes of professional performance; management; undergraduate; professional problems; developer didactics.
RESUMO
O processo de profissionalização, assente na formação e desenvolvimento de formas de atuação profissional desde a formação inicial ou licenciatura, é atualmente considerado um aspeto central para garantir o sucesso das competências de empregabilidade; Assim, no mundo do trabalho, é cada vez mais frequente a concepção de que a produtividade depende, em grande medida, de uma força de trabalho profissionalmente competente. Porém, na gestão que se faz desde a graduação, nesse processo formativo, o instrutivo a partir de uma didática tradicional é frequentemente hiperbolizado, com predominância de um processo ensino-educativo que não promove suficientemente a formação e o desenvolvimento de formas de formação profissional. ações que fornecem ao universitário ferramentas que lhe permitem inserir-se de forma criativa e socialmente responsável no ambiente de trabalho. Constitui o objetivo principal deste trabalho: avaliar os fundamentos pedagógicos e didáticos que devem caracterizar o processo de profissionalização dos alunos durante a graduação, e a necessidade de desenvolver uma didática desenvolvedora neste processo. O método dialético-materialista foi utilizado, tornando-se a plataforma metodológica sobre a qual a investigação foi erguida. Os principais resultados estão voltados para o fornecimento de fundamentos pedagógicos e didáticos que caracterizem esse processo de profissionalização e uma didática desenvolvedora durante a graduação. Assim, o processo de profissionalização na fase de formação inicial adquire um significado essencial porque estabelece as bases para a aprendizagem da profissão como ponto de partida para o desempenho futuro.
Palavras-chave: profissionalização; modos de atuação profissional; gerenciamento; estudante universitário; problemas profissionais; didática do desenvolvedor.
INTRODUCCIÓN
En el devenir histórico, socioeconómico y cultural, las universidades han jugado un papel estratégico en el desarrollo de la humanidad. En el contexto actual, donde el alto desarrollo tecnológico y las condiciones de un mundo globalizado, han llevado a caracterizar la sociedad contemporánea como sociedad del conocimiento, se acrecienta su papel de modo que, como nunca antes, los centros de educación superior deben convertirse en verdaderas potencias de la ciencia y la técnica, convirtiéndose en los centros culturales más importantes con que cuentan los países. Su función como agentes dinamizadores de cambios en los modelos de formación de profesionales, cada vez más competentes y comprometidos con su encargo social, los compulsa a la necesidad de una "nueva visión y un nuevo paradigma de la educación superior" (Breijo Woroz, 2010). La Organización de Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO) y la Organización Regional de Educación Superior en América Latina (CRESAL) dedican cuantiosos esfuerzos al estudio de las particularidades y retos de la Educación Superior en la actualidad, encontrándose entre ellos la formación de los docentes universitarios, para que estén a tono con las exigencias actuales en la formación de profesionales (Baute Álvarez, 2020).
Dentro del escenario regional se han definido, tras los debates realizados en diversos eventos, las tendencias innovadoras de la Educación Superior latinoamericana, la que se enfrenta a un proceso de reorganización y flexibilización de sus estructuras académicas y al fomento de la interdisciplinariedad. De este modo, se evidencian esfuerzos por lograr acciones estratégicas en el actual proceso de cambios educativos, y que ubican a la universidad en una función clave dentro de los programas de formación de los profesionales.
La Unesco dedica especial importancia al debate de la formación del profesor universitario, teniendo en cuenta los desafíos que tiene que enfrentar este personal y las competencias que necesita desarrollar para responder con éxitos a estas demandas (Unesco, 1998).
El proceso de formación de un profesional es permanente, ya que una de sus características es la de mantenerse actualizado y autoperfeccionándose; así, el período de formación inicial es de suma importancia, marca pautas decisivas para formar una actitud ante la profesión y desarrollar las bases del futuro desempeño. La profesionalización como proceso es una exigencia que deviene del desarrollo social y que como tendencia es deseable, porque garantiza mayor calidad en el desempeño profesional (Darias Hernández, Breijo Worosz & García Fernández, 2016).
En la actualidad se ha convertido en una necesidad estratégica, que a la vez emerge como solución a otros grandes problemas sociales, la formación de profesionales competentes como sustento de un proceso de profesionalización. Acerca del tema, en la literatura revisada, varios autores confluyen en la necesidad de este proceso para el logro de una enseñanza universitaria de calidad, en consonancia con los retos actuales de la enseñanza superior (Morales Díaz, Socorro Castro & Rojas Valladares, 2017).
Diversos autores manejan la profesionalización con diferentes enfoques, con semejanzas y diferencias en cuanto a su actuación pedagógica, a funciones profesionales del docente, a la ética de la profesión. Existe un paulatino uso del término profesionalización en varias esferas de la sociedad, en procesos educativos, productivos y de servicios (Rodríguez Jiménez, 2021).
Pero, llegar a ser un profesional de la educación requiere de un proceso de profesionalización de carácter mediato, que se inicia desde la etapa de formación inicial y continúa en la formación permanente. Cada una de las etapas anteriores constituye un salto cualitativo, con respecto a la anterior (Breijo Woroz y Mainegra Fernández, 2020).
Solo entonces se sentarán las bases para formar un individuo que en el ejercicio de la profesión pueda mostrarse reflexivo, argumentativo, creativo, innovador, crítico y demandante, para estar a tono con las exigencias del modelo de desempeño socialmente construido y transformar, con sus competencias, el contexto social en que se desarrolla.
Para ello es necesario, desde el criterio de los autores, lograr una vinculación armónica y coherente entre la lógica de la ciencia y la lógica de la profesión; desde la formación profesional en el pregrado, sustentada en una didáctica desarrolladora que permita la comprensión dialéctica y dinámica de sus componentes, actuando en cada una de ellas y de sus relaciones.
Las nuevas condiciones sociales, la demanda de transformaciones necesarias en la estructura socioeconómica del país y los avances de las ciencias, la tecnología y las humanidades a nivel mundial y nacional aconsejan un nuevo modelo para la formación de profesionales en la educación superior cubana (Corral-Ruso, 2021).
Sin embargo, el análisis de diversos trabajos sobre el tema, así como la experiencia en la formación de profesionales, ha permitido identificar un conjunto de problemas en el proceso de profesionalización en los estudiantes en el pregrado, así como en el abordaje didáctico del mismo, que justifican la necesidad de nuevas miradas que ofrezcan respuestas desde las investigaciones en el campo de la Pedagogía y la Didáctica para dar luces a las concepciones que hasta este momento se emplean, tales como:
Desde otra arista de análisis no menos importante se manifiestan limitaciones en la gestión que los docentes hacen de este proceso. La no correspondencia de la formación docente con la realidad de la escuela conduce al alejamiento y, en muchos casos, al divorcio entre los centros formadores y el proceso educativo, lo que repercute también en la ausencia de una práctica pedagógica efectiva, sistemática y productiva (Asencio, 2015).
Por todo lo expuesto, consideramos necesario intencionar de manera sistemática la reflexión crítica en la formación inicial del profesorado de historia, como un elemento fundamental para su profesionalización (Contreras Barrera, 2020).
Se hace necesario desde la perspectiva de los autores, y en los marcos de este trabajo, definir como objetivo: valorar los fundamentos pedagógicos y didácticos que deben caracterizar el proceso de profesionalización en los estudiantes durante el pregrado, sustentando la necesidad de desarrollar una didáctica desarrolladora en este proceso.
DESARROLLO
En Cuba, desde la prioridad otorgada por el Ministerio de Educación, se ha mantenido una ocupación constante por la formación de los docentes en los diferentes niveles educacionales, a partir de diferentes modelos y planes de estudios, así como el perfeccionamiento de su gestión (Fernández, Quintana, Pérez y Véliz, 2018).
El análisis teórico-conceptual realizado ha permitido comprender la necesidad de un proceso de profesionalización que se sustente en una articulación dinámica, armónica y coherente entre el pregrado y el posgrado, que proporcione a los profesionales las bases para desarrollar modos de actuación con pleno valor axiológico. Esto implica promover procesos de aprendizajes diversos que promuevan el análisis y reflexión sobre la propia práctica, los problemas profesionales a enfrentar, el intercambio de experiencias profesionales, la planeación, las prácticas de aula, la evaluación y el análisis crítico de la propia enseñanza, el currículo del centro y los contextos sociales y culturales.
La sociedad encomienda a la formación inicial universitaria del profesorado una doble tarea. Por un lado, se le pide que eduque en aquellos valores asumidos socialmente como "valiosos" y recogidos en declaraciones institucionales como la declaración de los derechos humanos o las constituciones de los países democráticos. Valores de libertad, justicia, respeto, igualdad, solidaridad etcétera (García, 2009). Pero por otro, se le pide que prepare para la vida, para un futuro social y productivo en un sistema económico, relacional y convivencial, marcado también por valores que contrastan completamente con esos, como la competitividad, el afán de lucro, la búsqueda de interés propio, etcétera (Díez-Gutiérrez, 2020).
Adoptar esta dinámica en la formación profesional, desde una concepción de formación permanente, facilita la creación de las bases para la formación y desarrollo de un profesional competente, lo que, en la actualidad, más que un problema solo de índole pedagógico, resulta ser un problema de impacto y relevancia social.
La formación inicial del profesorado debería contribuir a que los futuros profesores y profesoras sean impulsados a ser críticos en sus análisis y sus prácticas, lo cual generaría en estos una práctica comprometida con la transformación y mejora del medio donde vayan a desarrollar su acción educativa. Para ello, esta formación debería abordar un proceso de reflexión y toma de conciencia constante de los valores y la ideología en los que son socializados en su formación inicial (Díez-Gutiérrez, 2020).
La Universidad ha ido cambiado con el tiempo, más de lo que a veces se piensa, y ese proceso de cambio no ha sido rápido, ni fácil, sino complejo y lento. Ya no se trata de enseñar a una minoría homogénea, propia de una época en la cual el conocimiento y su gestión estaban en poder de pocas manos, y monopolizaban el saber, sino a una gran diversidad de estudiantes. Hoy en día los estudios universitarios se han generalizado y su diversidad es un signo de riqueza, pero también obliga a un tratamiento diferente de su función social. También se ha perdido el monopolio del saber. El saber ya no está únicamente en la academia sino en las redes y otras herramientas digitales. Como consecuencia, si la formación de los seres humanos se ha hecho más compleja en los últimos tiempos, la profesión docente universitaria y los procesos de adquisición de conocimientos también se han vuelto más complejos. Esta complejidad se ve incrementada además por el cambio radical y vertiginoso de las estructuras científicas, sociales y educativas (Muñoz, 2018).
Cada vez más, necesitaremos una renovada universidad y una nueva forma de enseñanza en unas nuevas estructuras didácticas y organizativas, y esto requiere una reconceptualización importante de la profesión docente universitaria y, también, una asunción de nuevas competencias profesionales. Esto comporta una nueva manera de ejercer la profesión y de formar de manera diferente al profesorado universitario en esta compleja sociedad del futuro (Bain, 2007).
En la actualidad, el proceso de profesionalización constituye motivo de preocupación esencial para las universidades que se sitúan en el centro del redimensionamiento necesario que el propio contenido del proceso de formación profesional demanda, para garantizar la calidad y pertinencia como institución social.
La formación juega un papel importante en el desarrollo de la personalidad del individuo como ser social y es el resultado de un proceso educativo. Se coincide en que en el proceso de formación predomina la dimensión personal por encima de otras dimensiones técnicas. Su finalidad es el desarrollo humano e integral de la persona, siempre que tenga la capacidad y la voluntad para formarse. Esto lleva a la necesidad de una participación activa del propio sujeto, al ser el responsable del proceso formativo (Guevara Fernández, 2012).
En este sentido, debemos actualizar e impulsar nuevos modelos de formación del profesorado, más abiertos, activos y que fomenten la creación de espacios y escenarios de aprendizaje, a través de equipos docentes que trabajen juntos colaborativamente y que desarrollen nuevas fórmulas o modalidades para la formación docente: investigación-acción, intercambio de experiencias, comunidades de aprendizaje (Herrán, 2010). Todo ello orientado a contribuir a la mejora de las competencias docentes de profesionales reflexivos y autónomos que aprenden y mejoran investigando colaborativamente sobre su propia práctica profesional (Imbernón, 2012).
La formación se considera como un proceso de adquisición de conocimientos, habilidades, valores y la experiencia de la actividad creadora de los profesionales, que habilitan al sujeto para el desempeño de una determinada actividad; de esta manera, la formación profesional debe garantizar una preparación científica en los aspectos generales, esenciales y básicos de su objeto de trabajo, para preparar al profesional en la detección y solución de los problemas profesionales más generales y frecuentes que se manifiestan en el objeto de la profesión en los diferentes contextos (tanto teórico como práctico), lo que reclama un estudio teórico-metodológico del objeto de la profesión y una ética que lo identifica con esa profesión y le permita implicarse con responsabilidad en las tareas profesionales, proporcionándoles satisfacción personal y profesional por la labor que realiza.
Por todo ello, se hace necesario introducir en la institución universitaria una visión crítica que cuestione la idea de falsa neutralidad técnica del sistema formativo de Educación superior e introducir mecanismos que ayuden a desvelar los auténticos mecanismos económicos, sociales, políticos e ideológicos del poder, al servicio de formar futuros profesionales críticos y responsables (Díez-Gutiérrez, 2020).
En el trabajo, se asume que la profesionalización es un proceso inherente a la formación profesional y ambos se interconectan y presuponen de forma dialéctica; así, la práctica del egresado contribuye a lograr mejores resultados en la formación inicial del profesional y viceversa: la calidad de este proceso repercutirá en soluciones más novedosas a los problemas de la práctica social.
La profesionalización de la enseñanza se materializa en un cuerpo de conocimientos y en un sistema de normas específicas, que han sido administradas en su mayoría por las instituciones encargadas de la formación inicial docente, abarcando al mismo tiempo las concepciones de infancia y las formas socialmente legitimadas de educar a los niños. No obstante, los maestros de la modernidad se encuentran desposeídos de la legitimidad de la definición de los conocimientos y las normas de la profesión, colocando esta responsabilidad en el área de la ciencia y en los intereses del Estado, debilitando de esta forma su posición (Pereira, 2009).
En esta dirección, resulta de particular importancia la formación en pregrado de profesionales, la cual tiene lugar en las universidades, pues la preparación que reciben las personas egresadas en este período es crucial para su incorporación a la producción y los servicios, quienes deberán contar con una mentalidad innovadora para solucionar los problemas profesionales y sociales que enfrentarán en su vida laboral.
Este proceso de construcción de competencias, de naturaleza interna y que algunos llaman "profesionalidad" requiere, entre otros elementos, la adquisición y movilización de saberes, actitudes y cualidades del individuo. Por su parte, la formación continua, la ejecución eficaz y realista en las respuestas dadas a una situación dada, el compartir de la experticia y la formalización de los saberes propios del ejercicio profesional para contribuir así a su transmisión, son también algunos aspectos que llaman al compromiso del individuo con su profesión (Correa Molina, 2015).
La determinación de las necesidades formativas del profesorado es el punto de partida para la elaboración de los programas formativos que permitirán implementar una estrategia de formación continua que potencie, en los miembros del claustro, un desempeño profesional competente en la aplicación práctica del modelo pedagógico propuesto para la formación de profesionales (Rodríguez Jiménez, 2021).
La profesionalización es un proceso resultante del desarrollo sociohistórico, que en la actualidad se considera un factor esencial en la elevación de la calidad de los procesos sustantivos de la universidad.
La profesionalización se considera como uno de los grandes retos de la educación y constituye la base para la solución de otros grandes problemas planteados a esta. El profesional necesita de un saber científico que lo haga acreedor de esta condición y de la aplicación de estos saberes, a las situaciones del contexto de actuación profesional.
Así, según los autores, el proceso de profesionalización está condicionado, necesariamente, por la calidad, integralidad y pertinencia del proceso de profesionalización durante la formación inicial o pregrado, etapa en la que, aunque no se satisfacen todas las necesidades de aprendizaje profesional, marca pautas decisivas para formar una actitud ante la profesión y desarrollar las bases del futuro desempeño.
La investigación precedente muestra la pertinencia y relevancia del periodo de formación inicial, de modo que la ausencia de una preparación inicial formal o el escaso cuidado en su desarrollo curricular e institucional deja a los futuros profesores sin el acceso a los dispositivos básicos para enfrentarse al complejo mundo laboral y continuar su formación y desarrollo profesional (Cochran-Smith, 2016; Montero, 2018).
El pregrado es un proceso complejo de comienzo de una nueva etapa en la educación profesional de la personalidad, que será decisiva para la aparición y manifestación de la identidad profesional. A través del proceso formativo deben desarrollarse intereses y habilidades profesionales necesarios para el giro cualitativo del sujeto hacia la profesionalidad. Pero estos, por sí solos, no pueden explicar la evolución del alumno. Las vivencias que el sujeto irá acumulando en la ejecución de diferentes tareas profesionales irán marcando definitivamente su autoconciencia y su autoestima en este campo y le facilitará también ir configurando su identidad profesional.
En ellas se depositan grandes expectativas: se espera que los alumnos aprendan y crezcan como personas, que los docentes innoven y perfeccionen sus prácticas, que se contribuya a la creación de sociedades más justas. Hoy, quizás más que nunca en la historia, son objeto de críticas más y menos informadas, más y menos constructivas. El imperativo de que la escuela debe mejorar la calidad de su propuesta no es una novedad. Sin embargo, las voces que hoy se alzan a favor de una profunda reconversión de la institución escolar son más multifacéticas, impetuosas y lapidarias (Murillo, 2015; Montero, 2018).
A criterio de Breijo (2009), la formación inicial del futuro profesional es un proceso en el que se debe fomentar su inserción planificada y sistémica en diversos contextos de formación-actuación profesional (empresas, instituciones educativas y otros organismos empleadores), entendiéndolos como los espacios donde transcurre la formación profesional de los estudiantes y, de modo simultáneo, actúa de forma responsable, ponderándose uno u otro componente del proceso. En ellos se forman las competencias profesionales y se produce una interacción con los sujetos que intervienen en el proceso formativo, que enmarcan la progresiva interrelación entre el sujeto en desarrollo y el entorno en diversas etapas del proceso formativo, que integran y armonizan las experiencias de estos contextos.
Dicha formación inicial es el primer punto de acceso al desarrollo profesional continuo, teniendo a su vez un rol importante en el desarrollo de programas que puedan ayudar a preparar profesores para complejas situaciones y cambios, incluyendo desastres naturales y emergencias cívicas (Pereira, 2009).
En este proceso, la práctica debe estar en el centro de la formación de los docentes, lo cual conlleva a una cercana y minuciosa atención al trabajo del docente y al desarrollo de una enseñanza que permita a las personas realizar el trabajo eficazmente, con especial atención en fomentar equitativamente las oportunidades educacionales por las cuales las escuelas son responsables (Viallant, 2010).
Esas nuevas condiciones suponen un profesorado autónomo, reflexivo, capaz de tomar decisiones fundadas y de navegar en los mares de incertidumbre que se imponen en este primer cuarto de siglo. Sin embargo, los diferentes interlocutores tienen una visión fragmentada de la formación inicial, tanto en la dicotomía teoría y práctica, mencionada también por la mayor parte de los investigadores que nos preceden (Montero, 2018).
Esta condición ofrece al estudiante universitario ventajas para su formación, por la sistematización de experiencias necesarias para su desarrollo y maduración profesional. Sin embargo, las vivencias que experimenta de manera directa en los organismos empleadores (empresas, instituciones educativas y otros organismos empleadores), donde se acerca de modo paulatino, gradual y planificado a sus funciones como profesional, son una ventaja para su formación; todo ello a la par que hacen más complejo este proceso, dada la diversidad de situaciones y problemas profesionales que, en ese contexto, el profesional en formación debe aprender a enfrentar de forma eficiente, en la medida en que se vayan formando, vaya aprendiendo a actuar de forma competente.
Una formación para la innovación docente requeriría entonces el desarrollo de modelos y entornos de trabajo, aprendizaje y experimentación en sintonía con el contexto y los modelos actuales: educación abierta, transformación y adaptación digital, metodologías y modos de enseñanza-aprendizaje y de construcción y gestión del conocimiento más interactivos, participativos y colaborativos (Osuna, 2014), que conecten con los retos actuales, con las necesidades y problemas de las instituciones universitarias y del alumnado y se avance hacia una innovación sistémica, más abierta y disruptiva (Osuna, 2014; Muñoz, 2018).
Por tanto, el proceso de profesionalización sustentado en competencias profesionales, durante el pregrado o formación inicial, supone elevar primer plano la relación teoría-práctica, donde además se reproducen los modelos con que los profesionales-profesores, en su condición de alumnos, fueron preparados; de ello se infiere que el cambio de sus competencias requiere de nuevos aprendizajes. Esto complejiza la formación inicial, debido a que se requiere de un cambio en los propios docentes formadores, que no se da de manera abrupta, sino gradual, y que se sustenta en un proceso de renovación y perfeccionamiento del proceso de profesionalización de los docentes en ejercicio.
La profesionalización asocia la idea de construcción de competencias específicas al ejercicio de la actividad profesional. Ejercicio que a su vez se realiza en un contexto dado, y que es compartido por un grupo caracterizado por la manifestación de esas competencias específicas. La formación universitaria debe, entonces, ser capaz de conjugar la adquisición de saberes propios a la disciplina ligada a la profesión y organizar los espacios necesarios para la manifestación de las competencias requeridas al ejercicio de esa profesión. Si lo adscribimos a esta idea de profesionalización constituida por dos procesos inseparables, podemos aceptar el hecho de que el llamado desarrollo profesional de los docentes comienza desde la formación inicial, en un espacio bien particular, las prácticas, y en una dinámica de alternancia. Hablar de profesionalización implica considerar que este concepto articula dos procesos, uno de naturaleza interna y otro de naturaleza externa que, aunque diferentes, se complementan uno respecto al otro (Correa Molina, 2015).
Un elemento significativo para la formación de modos de actuación profesional en el pregrado es que los profesores, desde lo académico, laboral, investigativo y extensionista, deben ofrecen competencias profesionales, modos de integrar saberes a sus estudiantes, que devienen modelo didáctico de actuación y que son, en el aprendizaje de las profesiones muy relevantes, dado que el estudiante ha recibido y recibe durante casi toda su vida, la influencia directa del maestro.
De ahí que se hace necesario que sean relevantes e intencionalmente explícitas las maneras de aprender a actuar de modo competente en cada profesión.
No se puede ver al profesorado universitario actual como únicamente un transmisor científico, sino un profesional que transmite conocimientos válidos, útiles y pertinentes, pero también un profesional que tiene capacidades de procesamiento de la información, análisis y reflexión crítica, decisión racional, evaluación de procesos y reformulación de proyectos, tanto laborales como sociales y educativos en su contexto y con sus colegas universitarios (Herrán, 2010).
Se considera que, durante el pregrado, como resultado del proceso de profesionalización que se produce, se deben formar en los estudiantes competencias que condicionen modos de actuación, maneras de proceder, de obrar, desempeños, según la terminología que convencionalmente se utilice, que sean competentes, que se distingan por su calidad y eficiencia.
Así, la formación en el pregrado se debe orientar a la preparación de individuos humanamente competentes en la solución innovadora y creativa de los problemas reales, personales, profesionales, institucionales y familiares en el marco de un determinado contexto y su globalidad.
En este sentido, desde la perspectiva de los autores de este trabajo, se resalta la importancia de que sean los modos de actuación profesional, aquellos ejes transversales sobre los que se sustente el proceso de formación, en el pregrado, y que trascienda al posgrado, lo que determine organizar y desarrollar dicho proceso, entendiendo las mismas como ejes transversales.
Así se considera necesario la utilización de nuevas estrategias metodológicas y formas de organización de los contenidos, que tributen al proceso de profesionalización en la formación inicial. En consecuencia, los modos de actuación profesional actúan como agentes dinamizadores de cambios en el proceso formativo y en el abordaje didáctico, que necesariamente tiene que ser desde una perspectiva desarrolladora.
Lo anterior fortalece y mueve el proceso de formación profesional, porque demanda:
En este proceso puede instrumentarse, si se prioriza desde el sistema de trabajo metodológico de los colectivos pedagógicos, el diseño de una concepción curricular anclada en una didáctica desarrolladora que desde la gestión:
Finalmente, renovar los planteamientos didácticos de la formación, orientando las metodologías activas hacia un alumnado capaz de interactuar de forma autónoma en esta sociedad del conocimiento. Así se replantea la actividad educativa en la Educación Superior, dando especial valor a las actividades independientes, ubicuas y no presenciales; el conocimiento de las competencias digitales y metodologías activas aplicadas a la docencia trasformará la forma de enseñar en la sociedad del conocimiento que permita combinar medios, tareas, técnicas e instrumentos de evaluación, para desarrollar un sistema de evaluación auténtica, formativa y sumativa del proceso de enseñanza-aprendizaje (Granados Romero, 2020).
En este sentido, lograr el desarrollo ilimitado del intelecto humano, de forma tal que desemboque en la formación y desarrollo de modos de actuación profesional, que les permitan transformar la sociedad, mediante su inserción en el mundo del trabajo, resulta ser la misión social de las universidades en la contemporaneidad, lo que complejizado por los problemas del mundo actual hacen del proceso de profesionalización, una necesidad estratégica y de desarrollo sostenible de nuestros países.
CONCLUSIONES
El proceso de profesionalización es una necesidad social y un requisito indispensable para garantizar la calidad de los procesos sustantivos universitarios; de ellos depende el logro de un profesional competente desde su formación inicial, al cual tributan acciones disímiles como: talleres, programas, documentos, resoluciones, estrategias, que posibiliten modos de actuación que consoliden saberes para cumplir con las exigencias de la ciencia que imparte y de los cambios sociales del mundo en que se desarrolla.
Los modos de actuación profesional y su preparación desde la etapa de formación de pregrado, se consideran actualmente un aspecto importante para el éxito de las habilidades de empleabilidad, ya que en el ámbito laboral cobra cada vez más fuerza la idea de que la productividad depende de una fuerza de trabajo competente; todo ello partiendo de las exigencias que la sociedad actual necesita para un desarrollo sostenible, a partir de dinámicas contemporáneas que perfeccionen desde postulados innovadores el saber y saber hacer de ese educando desde el pregrado par su vida laboral.
Los resultados principales se centran en aportar fundamentos pedagógicos a través de una estrategia que caracteriza este proceso docente durante la formación de pregrado; así, la profesionalización, en la etapa de formación inicial, adquiere un significado esencial porque en ella se sientan las bases para el aprendizaje de la profesión como punto de partida del futuro desempeño.
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Conflicto de intereses:
Los autores declaran no tener conflictos de intereses.
Contribución de los autores:
Los autores participaron en el diseño y redacción del trabajo, y análisis de los documentos.
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