Revista Mendive, abril-junio, 2016; 14(2)
El Proyecto de Vida como categoría de interpretación en la formación profesionalThe Project of Life like interpretation category in the professional formation
Reinaldo Meléndez Ruiz
Licenciado en Educación, especialidad Matemática. Doctor en Ciencias Pedagógicas. Profesor Titular. Máster en Psicología Educativa. Máster en Educación. Universidad de Pinar del Río «Hermanos Saíz Montes de Oca». Correo electrónico: reinaldo.melendez@upr.edu.cu
Recibido: 18 de mayo 2016.
Aprobado: 05 de julio 2016.
RESUMEN
La estructuración de la formación profesional como marco esencial para la apropiación del contenido de la profesión con énfasis en el conocimiento científico, las habilidades profesionales y los valores éticos, plantea la necesidad de categorías abarcadoras que permitan un enfoque integrador de las direcciones esenciales en que se construye la formación profesional: el proyecto de vida.
Palabras clave: proyecto de vida, formación profesional.
ABSTRACT
The structuring of the professional formation as essential mark for the appropriation of the content of the profession with emphasis in the scientific knowledge, the professional abilities and the ethical values, outlines the necessity of comprehensive categories that they allow an integrative focus of the essential addresses in that the professional formation is built: the project of life.
Key words: Project of Life.
Algunos referentes teóricos acerca del Proyecto de Vida
El vínculo entre la teoría y la práctica pedagógica, así como la combinación del estudio con el trabajo son esenciales para la formación profesional. En este contexto formativo desempeña un rol esencial la apropiación por parte del estudiantado del contenido de la profesión con énfasis en el conocimiento científico, las habilidades profesionales y los valores éticos. Este vínculo contribuye al desarrollo de sentimientos positivos hacia la futura profesión. La calidad de la producción y los servicios requiere de profesionales comprometidos, protagonistas de su práctica, capaces de determinar y resolver problemas relativos al desempeño de su rol.
Se considera que el modelo de formación actual posee amplias potencialidades que contribuyen al tránsito satisfactorio por los años de preparación y se reconoce la amplitud y profundidad de estos objetivos propuestos. No obstante, su plataforma teórico-metodológica adolece de elementos formativos de la personalidad que conduzcan al desarrollo de cualidades para un crecimiento personal a la altura de las demandas sociales y que permitan alcanzar esos objetivos; entre los que se identifica el proyecto de vida, por su valor en la movilización y estabilidad de la personalidad.
A pesar de sus ventajas, el modelo de formación profesional está centrado en lo teórico, lo laboral e investigativo y no en el funcionamiento de la personalidad. Aunque se sustenta en un enfoque problematizador mediante la realización de tareas profesionales; estas no siempre se hacen corresponder con las tendencias y tareas del desarrollo y el diagnóstico individual, por ello se limita el conocimiento de sí mismo, el aprendizaje de la autorregulación, de la proyección hacia el futuro, de la capacidad de reflexión y de la toma de decisiones, por lo que el proceso de formación carece de la orientación para la estimulación de los contenidos psicológicos que conforman el proyecto de vida (PV) como formación psicológica compleja que se perfila en la adolescencia tardía.
El estudio de la formación profesional es el de procesos que articulan el espacio de lo social y lo individual desde muchas perspectivas, en el que los sujetos van construyendo sus aprendizajes. Se necesitan entonces categorías abarcadoras de la multiplicidad y complejidad de estas interacciones entre estructuras psicológicas y sociales, que permitan un enfoque integrador de las direcciones esenciales en que se construye la formación profesional.
En este sentido, la formulación de categorías integradoras como la de «proyecto de vida» puede propiciar ese objetivo.
Dentro de los contenidos de la personalidad, la proyección hacia el futuro se aborda desde diferentes áreas en la Psicología. Se identifica por diferentes autores a través de las categorías: ideales, intenciones, propósitos, objetivos. A pesar de la variedad de términos que se le atribuyen, la proyección futura es considerada por muchos estudiosos como componente importante de la motivación y como formación psicológica que expresa la perspectiva temporal de la motivación del sujeto orientada al futuro.
Un riguroso análisis es desarrollado por Bozhovich (1976), en el estudio de la proyección futura de la personalidad en la motivación humana, al considerarla en la unidad de lo afectivo y lo cognitivo y resaltar el papel activo que en la conducta y en la motivación del sujeto tienen los ideales y la autovaloración. Para esta investigadora, « el hombre es capaz de actuar no sólo por impulsos espontáneos, sino también conforme a los objetivos conscientemente planteados y a propósitos adoptados» (Bozhovich, L. I, 1976, p. 182).
L. Domínguez (2003) consideran la proyección futura como: «la estructuración e integración de un conjunto de motivos elaborados en una perspectiva temporal futura, a mediano o largo plazo, que poseen una elevada significación emocional o sentido personal por el sujeto y de las estrategias correspondientes para el logro de los objetivos propuestos» (Domínguez, L., 2003, p. 488). Le confieren gran valor a las estrategias que el sujeto elabora en función de lograr sus objetivos incluida la previsión de aquellos obstáculos que pueden entorpecer o limitar la consecución del proyecto.
En el ámbito de la persona, los PV constituyen sistemas de sus orientaciones y valores vitales que expresan la síntesis de sus necesidades y aspiraciones esenciales proyectadas en los contextos imaginados de su autorrealización personal, de acuerdo con la posibilidad reconstructiva de la experiencia pasada y su actualización con los recursos reales disponibles para su transformación y desarrollo.
El PV, como formación psicológica de la persona social, integradora de sus direcciones vitales principales implica, de una parte, las relaciones de todas las actividades sociales de la persona (trabajo, profesión, familia, tiempo libre, actividad cultural, sociopolítica, relaciones interpersonales de amistad y amorosas, organizacionales); de otra, es la expresión del funcionamiento de diferentes mecanismos y formaciones psicológicas que integran todo el campo de la experiencia personal.
Según O. D´ Ángelo (1996) el PV se distingue por su carácter anticipatorio, modelador y organizador de las actividades principales y el comportamiento del individuo, que contribuye a delinear los rasgos de su estilo de vida personal y los modos de existencia característicos de su vida cotidiana en la sociedad. La vida humana no es estática, tiene tendencia al crecimiento, al desarrollo. Esta tendencia se manifiesta como una voluntad de vivir, de actuar, de hacer algo con los objetos del mundo: elegir, preferir, conocer, valorar, convivir, transformar, crear y superarse.
Todo el trabajo de formación orientado a la construcción de los PV tiene que considerar las peculiaridades y contradicciones de las etapas de la adolescencia y juventud, determinadas por el tránsito de la niñez a la adultez, la necesidad de independencia y autoafirmación, de encontrar un lugar en la sociedad, de definir su identidad personal, de encontrar sentido a la existencia. Toda su actividad se dirige hacia el futuro. La elección de su futuro tiene la posibilidad de ocurrir como un acto de autodeterminación. En este sentido, la construcción del futuro personal abarca todas las esferas de la vida, desde la sentimental-amorosa, socio-política, cultural-recreativa y hasta la profesional.
Todas estas esferas de la vida pueden poseer una importancia fundamental en la vida del joven y determinar la formación de orientaciones o direcciones de su personalidad muy significativas. Por tanto, se trata de distintos planos de consideración de las dimensiones de los proyectos de vida, entre los que pueden presentarse situaciones de oposición, contradicciones y conflictos, que se reflejan en las motivaciones y planes específicos de esas esferas de la vida, que pueden afectar la coherencia y consistencia general de los proyectos de vida del joven.
Al referirse a la importancia de la construcción de futuro para la existencia social de la persona, D'Angelo expresa que, «el proyecto de vida, como formación psicológica integradora de la persona en direcciones vitales principales implica, de una parte, las relaciones de todas las actividades sociales de la persona (trabajo, profesión, familia, tiempo libre, actividad cultural, socio-política, relaciones interpersonales de amistad y amorosas, organizacionales, entre otras); de otra, es expresión del funcionamiento de diferentes mecanismos y formaciones psicológicas que integran todo el campo de la experiencia personal» (D'Angelo, O., 2000, p. 2). El PV, según este autor y en lo que se coincide, es una categoría integradora de las orientaciones y modos de acción fundamental de la persona. (D'Angelo, O., 1982; 1984; 1989)
Es de suponer, que todo el desarrollo psicológico precedente permite al joven delinear un sentido de la vida, como conjunto de objetivos mediatos que el sujeto se traza, los cuales se vinculan a las diferentes esferas de significación para la personalidad y requieren de la elaboración de estrategias encaminadas a emprender acciones en el presente, que contribuyan al logro de metas futuras.
El Proyecto de Vida en la formación profesional
En el tránsito de la adolescencia a la edad juvenil cristaliza la formación del pensamiento conceptual, se diversifica y amplía la actividad y la experiencia social, se acerca la perspectiva de una inserción en el mundo adulto, ocurre un desarrollo significativo de la identidad personal y la autoconciencia, los valores y normas morales son analizadas y asumidas desde un prisma personal más profundo (Meléndez R. 2009, p. 23)
En esta etapa de la vida surge una representación más estable del propio sujeto como un todo individual y distinto a otras personas; la autoconciencia reviste una forma más generalizada, abarcadora de los puntos de vista propios en diferentes campos de la vida, la ciencia, la cultura y la sociedad. La elección de su vida futura se transforma en un proceso de autodeterminación (Bozhovich, L. I., 1976, p. 260).
Es en el transcurso de la juventud, donde el proceso de formación y desarrollo de PV adecuados cobra un relieve decisivo, pues se trata de un fututo en estado de elaboración y perfeccionamiento casi total y la elección de este tiene la posibilidad de ocurrir como un acto de autodeterminación.
Para analizar e interpretar las peculiaridades de la formación y desarrollo de los PV en la edad juvenil, es importante apoyarse en la categoría situación social del desarrollo (SSD) introducida por Vigotsky y desarrollada por L. I. Bozhovich y colaboradores.
En esta categoría se expresa el vínculo entre las condiciones de vida del individuo, en una etapa vital dada y sus particularidades psicológicas, lo que condiciona la dinámica del desarrollo psíquico (Bozhovich, L. I., 1976, pp. 115-123). La SSD comprendería, entonces, la relación entre la posición que se ocupa en el sistema de las relaciones sociales accesibles o posición externa y la posición interna del individuo, en cada etapa. (Ibid, 108). Es decir, que el trabajo de formación y orientación dirigido a la construcción de PV en la formación profesional en el joven, presenta toda la complejidad, amplitud y contradicciones propias de su situación social de desarrollo en esta etapa.
«El contexto socio-cultural y económico en que tiene lugar la vida de los jóvenes influye en el contenido, temporalidad y estrategia de sus proyectos futuros» (Domínguez L. 2003, p. 53).
De esta manera, la estructuración, contenido y dirección del PV en la formación profesional, por su naturaleza, origen y destino, están vinculados a la situación social del individuo, tanto en su expresión actual como en la perspectiva anticipada de los acontecimientos futuros, abiertos a la definición de su lugar y tareas en una determinada sociedad (Meléndez, R. 2009)
El carácter activo del sujeto en la estructuración del PV en la formación profesional, se evidencia en las diversas estrategias que asume para enfrentar las dificultades o potenciar las posibilidades del entorno en el logro de sus objetivos, metas y deseos. En el joven se expresa en un cierto grado de orientación y elaboración de su PV, una dinámica que abarca la unidad de sentido general de la experiencia vital en toda su dimensión temporal (pasado, presente y futuro)
El PV en la formación del joven, expresa aquellas direcciones y objetivos vitales formulados como metas concretas que él aspira a realizar en su futuro profesional. Por eso, de alguna manera, debe configurar planes de acciones que estructuren sus objetivos particulares y generales, que permitan una articulación interna entre estos, lo que se va construyendo en un sistema único funcional de las diversas orientaciones de la personalidad.
En el PV se va conformando lo que para Obujowsky (1987), constituye el «fin» de la personalidad: el logro de la autonomía; o para Bozhovich (Ibid, 292), la «tendencia general del desarrollo ontogenético» consistente en la transformación del niño de un ser sometido a las influencias externas en un sujeto capaz de actuar de forma independiente sobre la base de objetivos conscientemente planteados y de decisiones también adoptadas de manera consciente, « la elección de la profesión se convierte en el centro psicológico de la situación del desarrollo de los jóvenes, creando en ellos una posición interna peculiar» (Bozhovich, L., 1976, p. 310).
Como expresa Bozhovich (1976), el individuo elabora un determinado esquema de ideas generales sobre el sentido de su vida, una vez que ha formado una concepción del mundo, de sí mismo y de su futuro, la cual es expresión del sistema de valores interiorizado y de los conocimientos asimilados desde el sistema de educación. Para esta autora es en la etapa de la juventud donde ese sentido de la vida comienza a organizarse más claramente, una vez que el joven debe definir sus intereses profesionales y próximamente su participación en la vida laboral y en las responsabilidades sociales de la vida adulta (p. 222)
Propiciar la elección profesional, sustentada con conocimiento de las posibilidades y realidades del mundo de profesiones y de las propias posibilidades y necesidades, constituye una tarea de orientación y formación permanente de maestros y profesores, sensibilizados hacia la construcción de las líneas de desarrollo de los PV de los jóvenes. Es en este momento que la actividad intelectual y el esfuerzo por buscar determinados niveles de integración, adquieren una implicación cognitivo-afectiva de vital importancia, en estrecha relación con la autodeterminación del sujeto y su aspiración a elaborar su concepción del mundo, en correspondencia significativa con los intereses profesionales.
En esta etapa de desarrollo, según González Rey y Mitjáns, A. (1999, p. 209), el proceso de desarrollo hacia la futura profesión « no culmina con la elección profesional. Ella constituye un importantísimo momento en este proceso, pero no es la fase final. Una vez efectuada la elección de la especialidad, durante la etapa de preparación profesional y la consecuente actividad laboral, se desarrollará el proceso de consolidación de los motivos profesionales». Por lo cual los autores subdividen esta etapa en dos subetapas:
Se coincide con los autores cuando señalan que: «En la primera subetapa juegan un rol esencial las influencias educativas en el seno del centro de estudio: los planes y programas de estudio, las actividades extracurriculares y el papel de los maestros, tutores y entrenadores resulta decisivos», en tal sentido especifican que «el estudio de los contenidos propios de la profesión y las actividades planificadas para el desarrollo de hábitos y habilidades profesionales deben darse de forma tal, que el joven experimente vivencias, individualice la información significativa y le dé un sentido propio a los conocimientos y experiencias que asimila» (González, F. y Mitjáns, A., 1999, p. 210).
El PV en la formación profesional se caracteriza en esta etapa del desarrollo de la personalidad por una autodirección objetiva cuando el joven es capaz de:
La estructuración del PV en la formación profesional, constituye una característica distintiva de la regulación personológica y un indicador esencial de su nivel de desarrollo. Esta estructuración alcanzará una mayor organización y elaboración consciente, de acuerdo con la motivación que posea para el sujeto la esfera profesional de que se trate.
El PV se convierte en esa parte central de la situación social del joven, de donde parten o convergen acciones particulares de toda su actividad y todos sus intereses. Esta estructura psicológica posee una importancia fundamental en su vida y determina la formación de orientaciones o direcciones de su personalidad muy significativas. Que el joven pueda vivir con previsión, anticipación y organización de sus acontecimientos profesionales, le permite luchar por modificar las fuerzas de las condiciones externas, aportar todas sus potencialidades, darse constructivamente al mundo y desarrollarse como individuo, más plenamente humano.
El PV se revela como una prolongación en dirección progresiva hacia la objetivación de la praxis, en el campo de lo posible instrumental y objetivo de la futura profesión. De este modo, el proyecto está doblemente condicionado, en la dirección del pasado y en la del futuro y este doble condicionamiento de la práctica inteligente expresa la relación histórico - concreta de la realidad humana. Dicha formación, referida a las direcciones esenciales de la persona, en el contexto social de relaciones materiales y espirituales de existencia, posibilita la organización y realización de las orientaciones motivacionales fundamentales del individuo, a través de planes concretos de su actividad futura que responde a las preguntas: ¿hacia dónde vamos? ¿qué se debe hacer? ¿cómo lo debemos hacer? De aquí que sus contenidos intervengan en otros subsistemas de regulación, relacionados con las esferas de mayor significación para la personalidad.
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