Mendive. Revista de Educación, enero-marzo 2021; 19(1): 334-337

 

Un homenaje a uno de los más ilustres pedagogos: Justo Alberto Chávez Rodríguez

 

A tribute to one of the most illustrious pedagogues: Justo Alberto Chávez Rodríguez

 

Uma homenagem a um dos pedagogos mais ilustres: Justo Alberto Chávez Rodríguez

 

Leonardo Pérez Lemus1 https://orcid.org/0000-0002-6590-7186

1 Centro de Estudios de Ciencias de la Educación, Universidad de Pinar del Río "Hermanos Saíz Montes de Oca".

 

"Todo buen educador posee la ciencia, en sus múltiples manifestaciones, tanto,
la que pretende enseñar, como la teoría pedagógica adecuada,
así como las técnicas y estrategias para enseñar,
pero tiene que distinguirse, en primer orden,
por el Arte de enseñar".

Justo A. Chávez Rodríguez

Justo Alberto Chávez Rodríguez nació el 21 de noviembre de 1937 en el municipio Guanajay, en la actual provincia de Artemisa y murió en La Habana, Cuba, en noviembre de 2020. Se licenció en Historia en 1966 y tuvo el privilegio de tener como profesores a excelentes figuras, como los Doctores: Estrella Rey Betancourt, Gustavo Du Bouchet, Adelaida de Juan, Alejo Carpentier, Isabel Monal, entre otros.

A lo largo de su extensa obra, el interés y el eje articulador fue el sostenimiento en la formación y educación de la condición humana. Esta visión fue favorecida por su labor como historiador de base. Su mayor legado es el de docente, tanto de pregrado, como de postgrado, lo que le permitió guiar el desarrollo profesional de un gran número de maestros y doctores en Ciencias Pedagógicas y en Ciencias de la Educación.

Entre sus muchos ensayos, uno de los que refleja este pensamiento de guía, orientador y creador de excelentes docentes e investigadores es el publicado en la revista Con Luz Propia, del Sindicato Nacional de Educación, referido a Rafael María de Mendive, en el que expresó que Mendive fue maestro y poeta, y que su mayor poesía fue José Martí, puesto que para él su mejor obra eran los discípulos con los que trabajó intensamente, brindándoles todo su conocimiento, sabiduría y amplia e integral cultura, como ciencia de la vida y del hombre. Solía decir que estos le habían soportado sus majaderías, pero que estaba satisfecho de haberlos convertido en educadores y pensadores destacados en Cuba y otros países de América Latina.

Con respecto a ello, comentaba con genuino orgullo: "Esa producción no está escrita ni publicada. Está encerrada en los corazones, tanto del maestro, como de los alumnos. Esa es mi gran obra que, por cierto, es invisible a los ojos, porque es esencial, como se expresa en El Principito. Este homenaje y esta distinción las hago extensivas a todos los que de una forma u otra, en un lugar o en otro, han aprendido conmigo y yo he aprendido con ellos, porque eso, y solo eso, es el proceso de enseñanza-aprendizaje"

No eligió el magisterio por vocación, sin embargo, por circunstancias de la vida tuvo que dedicarse a la educación. Durante un tiempo enseñó Historia, para lo cual no estaba preparado desde el punto de vista pedagógico, porque en su carrera no recibió esta materia. A enseñar aprendió ayudado por otros compañeros con experiencia, con su esfuerzo personal, y con estudios particulares sobre Ciencias de la Educación, Filosofía e idiomas, entre otros. Fue como todo el mundo, un producto de las circunstancias.

Como se aprecia al leer sus trabajos, no abandonó la historia, y existe una arista que se mantiene en este sentido a lo largo de toda su vida, con estudios monográficos y panorámicos en los que se detiene a revelar que "…el descubrimiento de José A. Caballero, Félix Varela, Luz y Caballero, José Martí, Enrique José Varona, Aguayo, Valdés Rodríguez, etc. me fue conformando una concepción educacional sustentada en las raíces de nuestro pensamiento. Leyendo a pensadores actuales he comprobado la modernidad de esos pensadores y de otros no mencionados".

Por todo esto reafirmaba: "La historia del pensamiento educacional cubano es un monumento que hay que conocer, estudiar y seguir, con la seguridad de que nos guía correctamente en el camino de la educación, que equivale a decir la vía cultural más importante para humanizar al hombre".

La evolución de su pensamiento se aprecia en sus trabajos y en la forma de enfrentar los problemas, en los que al principio asumió una concepción filosófica un tanto cerrada, pero desde su madurez pedagógica crítica tuvo un razonamiento más flexible y electivo, es decir, un pensamiento genuinamente cubano.

Fue un seguidor a ultranza de José Martí, como se evidenció en la obra colectiva titulada Martí y la Educación, en la que sostiene que el Apóstol llegó a poseer una concepción sobre este tema muy coherente, a pesar de que sus ideas estaban expresadas a lo largo de toda su obra. "Hay que ir a buscarlo y darle unidad para encontrar la grandeza de su pensamiento de manera integral. El ideario martiano es la gran síntesis del ideal cubano que cierra el siglo XIX y llega hasta nuestros días, y el pensamiento de Fidel Castro sigue la línea del pensamiento martiano, el cual hospeda, por supuesto, en su pensamiento, atemperado a otras concepciones y otras circunstancias históricas", decía con frecuencia.

A partir de las raíces más legítimas del pensamiento cubano, y de seguir a Martí al pie de la letra, encontró en sus investigaciones otras figuras nacionales y extranjeras que lo ayudaron mucho en su formación, entre las que figuran: el filósofo cubano Rigoberto Pupo, quien había aceptado la necesidad de una reforma del pensamiento como él plantea; el Dr. Luis Álvarez, de Camagüey, fue una gran inspiración, desde el punto de vista de asumir el enfoque cultural que propone en sus obras para el pensamiento cubano.

Tuvo también la influencia de un destacado pensador catalán, Octavi Fullat Genis, profesor de Filosofía de la Educación y Pedagogía, una eminencia conocida en Europa y América Latina, con el cual sostuvo vínculos directos y de quien le impresionó su amplia manera de pensar sobre las Ciencias de la Educación, por lo que lo cita reiteradamente en sus trabajos.

Desde su visión de las ciencias logró egresar, como tutor, a más de 25 doctores en Pedagogía y Educación, que hoy son prestigiosos representantes de la intelectualidad educacional cubana, con influencias en otros países. Entre ellos: Jaime Canfux, Ida Hernández, Leticia Rodríguez, Emilia Gallego, Zoila Benítez, Luis Abreu, Elfio Pérez, Pedro Hernández, Leonardo Pérez Lemus, Gustavo Deler, Moraima Orozco, José Rodríguez Ben, Amparo Suárez Lorenzo, Gilberto A. Hernández Marrero, Mercedes Keeling Álvarez, María Caridad González Martínez Rosa Adela Leiva Mariño Carmen Stuart, por solo citar a los cubanos. Tuvo aspirantes mexicanos, colombianos y angolanos.

El trabajo realizado al lado de Max Figueroa Araujo, Lidia Turner Martí, Lesbia Cánovas Fabelo y otros, que han dirigido el Instituto Central de Ciencias Pedagógicas de Cuba, le permitió aprender y bridar mucho a la educación cubana y del mundo.

Fue un privilegio para el maestro Chávez las relaciones de trabajo con el Ministro de Educación de Cuba, en el período 1972-1990, José Ramón Fernández y su compañera de vida Asela de los Santos, con los cuales desarrolló una ardua labor. Siempre confesó, en cada escenario con sus seguidores y familiares, el significado de ambos en la modelación de su vida profesional y personal.

No podría cerrarse este homenaje sin hablar de su dedicación a la investigación educativa, que en ocasiones generó discrepancias con una parte de la comunidad científica, por querer demostrar que las Ciencias de la Educación, que son humanísticas, no debían ser abordadas de la misma manera que las Ciencias Exactas y Naturales, por concebir una forma de ejercitar la crítica científica con criterio, y no convertirse como crítico en aguafiestas de la vida, como solía decir parafraseando al ilustre Varona.

Fue un fiel colaborador del Centro de Estudios para el Perfeccionamiento de la Educación Superior, perteneciente a la Universidad de La Habana; el Centro de Estudios de Ciencias de la Educación Superior, de la Universidad de Pinar del Río; la Academia de Ciencias de Cuba, en la que fue Académico Titular por 14 años; la Sociedad Económica de Amigos del País; la Asociación de Pedagogos de Cuba y la Comisión Nacional de Grado Científico, en cada caso logró favorecer las Ciencias de la Educación.

Recibió numerosas distinciones y premios como resultado de su vida profesional y tuvo una amplia producción científica publicada, en algunos casos traducidos al inglés, francés y portugués.

Fundó una familia junto a la pinareña María del Rosario Esparis Martínez, madre de sus dos hijos y compañera a lo largo de toda su vida.

En mi caso particular debo decir que en los 22 años de aprendizaje junto a él, gracias a la suerte de ser su alumno y amigo personal, fue guía orientador, padre científico y faro como ser humano. Como dijera Martí:

   (…) "Cada cual, al morir enseña al cielo su obra acabada, su libro escrito, su arado reluciente, la espiga que segó, el árbol que sembró. Son los derechos al descanso: triste el que muere sin haber hecho algo" (Martí, 1965).

 

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS

Chávez, Justo A. (2010-2020) Conferencias y conversatorios en Filial de La Habana de la Asociación de Pedagogos de Cuba.

Martí, J. (1965). Obras Completas. Tomo 21, p. 29.

Martí, J. (1965). Obras Completas. Tomo 9, p. 63.

 

Conflicto de intereses:

El autor declara no tener conflictos de intereses.

 

Contribución de los autores:

El autor efectuó personalmente la escritura del original.

 


Esta obra está bajo una licencia de Creative Commons Reconocimiento-NoComercial 4.0 Internacional
Copyright (c)
Leonardo Pérez Lemus